Siempre recordare el momento que tuve
una gran fiebre. Tenia 12 años de edad y mi abuela, Enriqueta del
Carmen Dávila, tenia meses de fallecida. Dentro del tiempo que duro
mi enfermedad, una noche la fiebre llego a 41° centígrados, temblaba mucho.
Mamá se sentó a mi lado un rato, me dio el remedio, no se cual fue
pero sabia maluco, y me dijo:
Nene, esto te hará efecto en un rato, es para fortalecer tu sistema que lucha contra los virus.
Recuerdo claramente que yo estaba
recostado de lado, sentí que mamá se paro de la cama, el colchón
se acomodo pero, de inmediato sentí que se sentó de nuevo, puso su
mano en mi frente y de inmediato sentí un aire refrescante
acompañado de un alivio casi de inmediato. Quito la mano, se paro de
la cama y yo me quede dormido.